¿Acaso alguna vez ha escuchado la frase que dice: “Nombrar es una forma de crear”?
Hagamos una prueba, si ahora te pidiera que pienses en un elefante pequeño, que quepa en la palma de su mano. ¿qué sucedería? Es muy probable, que ya en este momento, lo hayas imaginado. De este ejercicio, podemos decir que la palabra ha creado en tu mente la imagen de un elefante pequeño que cupiera en la palma de tu mano.
Sin dudas, el nombrar es una forma de crear.
Desde esta perspectiva, podemos decir que aquello que nombremos y prestemos atención, comenzará a existir para cada uno de nosotros.
Podemos mencionar en este sentido, que si la mente no se entera de un acontecimiento, tal realidad no existirá para ella.
Tal vez, recordemos el viejo refrán que dice “ojos que no ven, corazón que no siente”, para muchos tan solo un refrán, que cobra mucha importancia, ya que en la mente de cada uno de nosotros, solo existe aquello que hacemos consciente.
En vista de lo expresado anteriormente, ¿no vale la pena que elijamos comunicar y fortalecer aquello que consideramos que está bien? En otras palabras, aquello que está más cerca del bienestar y la alegría.
Entendiendo el bien como la disminución del sufrimiento y el abrazo a la vida. Y de la misma manera que no existe la sombra si no existe la luz. Podemos considerar al mal como la ausencia del bien, ya que por si mismo no tiene identidad.
¿Acaso piensas que es utópico creer en una sociedad donde abunde el bien por sobre el mal?
¿Consideras que es posible?
¿Cómo hacerlo?
Comunicándonos, la palabra, en cualquiera de sus expresiones, permite disolver conflictos, aclarar confusiones y activar la claridad y el alivio. La comunicación sincera y generosa abre las puertas a las oportunidades y la cierra a relatos tóxicos que afectan la mente de otras personas.
Realmente no hay palabra que se pierda, que no sea escuchada. Las palabras son vibraciones y como tales, flotan en el aura del planeta.
Si expresamos palabras que producen bienestar, estaremos creando una energía tal que ayudará a despejar vibraciones de temor y desesperanza.
Si deseas ser feliz, empieza por ser consciente del poder sutil de las palabras. Y si acaso te preguntas: ¿Existe la plena felicidad? Comienza nombrando su existencia.