A veces, ¿no siente que se deja influenciar por lo que dicen otras personas?
¿No le pasa que, en algunas oportunidades, le afectan lo que otras personas puedan decir de usted?
¿Deja que sus estados emocionales cambien por decisión de otros?

Amiga o amigo mio, si algo de esto le ocurre, tal vez sea tiempo de leer y comprender esta historia:
Aquel Samurai sostenía una fuerte contienda a espada frente a su enemigo en lo alto del puente de piedra.
Sus golpes certeros, fruto de una larga disciplina, no tardaron mucho en desarmar a su oponente, arrojando lejos su única arma.

El Samurai, entonces, levantó su afilada Katana para asestar el golpe fatal, cuando de pronto, el vencido adversario, en un último y desesperado ataque de rabia, escupió al excelente maldiciendo a su madre y ultrajando el honor de una estirpe sagrada.
Las palabras de aquel desgraciado hirieron el ego del Samurai que despertó sentimientos insólitos de odio y venganza.
El golpe de suerte para acabar con aquel esbirro, ahora sería más fuerte y más brutal.
Separaría su cabeza de un tajo y, de paso, calmaría su orgullo perturbado y su herida egoica.
Pero de pronto, un relámpago de lucidez, permitió que el Samurai se observara.
Se vio a sí mismo tenso y lleno de odio. Se dio cuenta que había sido vencido por el insulto y que había faltado a la Regla, durante tantos años entrenada.
Avergonzado por la pérdida de su atención, bajó su arma y ante la atónita mirada de su agresor, se retiró un paso, miró al horizonte y respiró profundo mientras su mente enfebrecida se calmaba.
Al poco, habiendo recobrado la neutralidad y la calma, se acercó al desconcertado enemigo y le asestó un golpe preciso que, al instante, acabó con su vida, sin un rictus, sin satisfacción, vacío de toda cólera.
Un golpe con el que tan sólo cumplía su misión como guerrero, de manera ecuánime y desapegada.
Durante unos instantes, había conocido la esclavitud del orgullo herido, pero su trabajo de atención y consciencia permitieron que, de nuevo, recobrara la libertad perdida, la identidad real de su Ser, más allá de la persona.

¿Cuántas veces hemos conocido la esclavitud del orgullo herido?
Tengamos en cuenta que en realidad, no tenemos más que el instante presente.

El pasado ya no existe y el futuro es una idea ilusoria.
¿Qué podemos perder?

Nuestros sufrimientos están en nuestra mente, en nuestras conversaciones con nosotros mismos que nos limitan, en aquello que nos apegamos y nos esclaviza, en las dependencias emocionales que tenemos con las personas y las cosas.

Si tomamos conciencia que cada noche, cuando nos entregamos al sueño, dejamos el control y dormimos nuestro ego hasta el día siguiente, nos daremos cuenta que con un nuevo despertar, todo el mundo comienza nuevamente.
Nacen las posesiones, los deberes, los placeres de la vida, el tiempo y nuestra conciencia.
En realidad, lo único que da existencia a lo que poseemos es el vivir consciente y despierto cada día.

Soltemos todo cada noche, liberémonos del ego, agresiones e ilusiones, agradeciendo cada minuto vivido, antes de ingresar al sueño profundo.
Tal vez la libertad consiste en saber, que aquello que nos sucede es tan relativo, que tenemos la decisión de vivirlo de la manera en que queramos imaginarlo.
Siendo conscientes que tenemos dos clases de sueños, los de noche y los de día y que el “verdadero despertar” consiste en darse cuenta que la vida es una especie de continuo sueño.

¿Desea ser verdaderamente libre?
Entonces será el momento de soltar y despertar.

Abrir chat
1
Hola
¿En qué podemos ayudarte?