¿Acaso existe un mejor regalo para la persona amada, que apoyar su libertad?, ¿De qué clase de libertad hablamos?, ¿De esa libertad superficial que le permita hacer lo que nos molesta porque decimos que no nos importa?, ¿O más bien se trata de posibilitarle su propia liberación? Disolver creencias limitantes, romper ataduras, ampliar su nivel de consciencia, para facilitar su éxito e independencia.
En aquellas situaciones en que, a veces inconscientemente, tratamos que nuestros seres queridos “nos necesiten”, sin darnos cuenta estamos anulando su autonomía e independencia. Si en lugar de querer ser necesitados, posibilitamos que nos prefiera o simplemente nos elija, estaremos haciendo una gran diferencia, esa brecha que va de la atadura a la voluntad plena, y que opta por lo que verdaderamente desea.
La esclavitud depende en gran medida de la ignorancia y por ese motivo, cuanto más conocimiento e información ofrezcamos, más libertad estaremos regalando.
El conocimiento nos permite tomar decisiones bien informadas, pero no se trata solo de datos, sino de algo más integral que libera al ser humano, tanto de la escasez como de sus miserias. Hablo del desarrollo de la inteligencia, tanto racional como emocional y el cultivo del alma que posibilitan y favorecen la creación de confianza. Esa confianza que no necesita necesariamente de la presencia de alguien o algo a lo que nos aferremos, sino que depende de la relación con nosotros mismos y la amplitud de consciencia alcanzada.
Si apoyamos a cada ser humano en el desarrollo de su propio conocimiento, a cultivar su sensibilidad interna, a conectarnos no desde la necesidad sino profundamente desde el alma, estaremos posibilitando una verdadera transformación hacia la libertad, que no tiene que ver con la ausencia de cadenas externas sino con la maduración emocional, aprendiendo a aplazar el deseo y aprendiendo asimismo a satisfacerlo oportunamente, liberándonos de presiones y nutriendo de energía a ese ser que comparte nuestras horas.
La libertad, tal vez se trate de escribir nuestro propio mapa, que nos permita desplegarnos en todo nuestro potencial, recorriendo caminos desconocidos, inesperados, que nos llevarán a la aventura de recorrer el verdadero camino del aprendizaje, haciendo que todo lo demás sea solo turismo.
¿Acaso existe mejor regalo que aprender a sentirnos dichosos?, ¿Existe mejor regalo para los seres que uno ama?
Tal vez solo se trate de abrazarlos desde el alma, recibiendo ese regalo perfecto, sin precio, que no necesita de palabras.
Amar es compartir el descubrimiento que nos ha liberado y ofrecer desinteresadamente todo aquello que nos dio más poder y templanza.
Amar es regalar la llama que un día se encendió al cruzar nuestras miradas y compartirla en cada momento, en nuestras conversaciones cotidianas.