Quiero traerles un tema, que surgió en un taller el día de ayer, y tiene que ver con las Reclamaciones y Quejas.
Desde mi punto de vista, el famoso libro de“Reclamaciones y Quejas” debería replantearse y eliminar la última parte de la frase.

Considero que  el reclamo, como concepto, es justo. Ya que se basa en un promesa incumplida. La objeción es sana.
Una comida quemada, una mercancía rota, una falla en el servicio, un aparato que no funciona.
Son reclamos que sirven a un propósito y resultan útiles para la mejora progresiva de las cosas.

Pero, si junto al reclamo, como si fuera parte del mismo “combo”, lo acompañamos con la música emocional de la queja, tan sólo conseguiremos canalizar la bronca sin aportar nada nuevo, como tampoco crear un entorno grato, en donde cada cual cumpla su cometido, sin culpabilidades encubiertas.

Pero, si lo que necesitamos es desahogarnos, tengamos nuevamente en cuenta que existe una gran diferencia entre “desahogarse” y “quejarse”.
Quien se desahoga, puede vaciar  la tensión emocional que siente, poniendo palabras a una situación dolorosa, la queja, muy por el contrario, niega el propio poder y se resiste a aceptar y a asumir la realidad que toca.

Podemos comprender que el desahogo se manifiesta desde el compartir y el aceptar, mientras que la queja, sin embargo, se desenvuelve sin una visión clara y desde la base de una infantil rabieta.

Todo problema tiene solución. Sin embargo, si la solución posible no es inmediata o si ocurriera que ésta, todavía no se deja ver porque tiene la puerta bloqueada, conviene aceptar la situación con calma para evitar que la presión emocional arrastre a todo el sistema, y el único escape que pueda distinguirse sea una inútil queja.

La queja paraliza la acción y bloquea el futuro.
La queja es claro indicio que algo en la mente del que la padece, todavía no acepta la frustración producida por las expectativas previas.
¿De qué sirve quejarse?.

Todos sabemos que si el problema tiene remedio, lo que podemos hacer es actuar, y si no sabemos que hacer, recordemos que la cantinela quejumbrosa ni resuelve ni mejora, en todo caso, ofusca y oscurece bloqueando nuestra alma.

¿Acaso el hecho de transformarse en víctima de la situación,  alivia la frustración que produce lo que no salió como uno esperaba?

Tal vez, en algún momento, en uno de esos días oscuros nos preguntemos ¿”he elegido de alguna forma este destino”? Y, tal vez no haya respuesta.

Sin embargo, las leyes del universo afirman, que todo lo que actualmente hemos conseguido en los diversos órdenes de nuestra vida es lo que un día pensamos que llegaría a ser y merecíamos.
Lo que hoy rodea a nuestra vida es el resultado de nuestros sueños y creencias pasadas acerca de lo que un día seríamos capaces de lograr.

Es bueno creer que las quejas y los lamentos no aportan a nuestra existencia, si realmente queremos cambiar nuestra vida, conectarnos con el verdadero amor, y vivir en la paz próspera, merece la pena olvidar la suerte y confiar que indefectiblemente, nuestros sueños se transformarán en realidad.

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