¿Acaso ocurre que pensamos que venimos al mundo a vivir experiencias que nuestra entidad espiritual, a veces injustamente, nos ha diseñado? ¿O pensamos que no podemos salir del laberinto emocional, que parece rigiera nuestra vida?
Estas y otras preguntas similares, la humanidad se ha venido haciendo cada vez que nos toca enfrentar situaciones incómodas y dolorosas, y cuyas respuestas aun no son encontradas desde el plano racional.
Cada cual intuye, queriendo encontrar una respuesta tranquilizadora, que a todos nos toca vivir este tipo de situaciones y que al parecer, es nuestro “karma” que nos demanda experimentarlas con las sabidas consecuencias.
Es posible que a veces nos toque: ¿Enfrentar una enfermedad que no esperábamos?, ¿Trabajar con un jefe insensible?, ¿Alguien que no cumple su palabra y nos hace perder un negocio?, ¿Aceptar un cuerpo que no nos gusta?, ¿Una familia que no nos entiende?, ¿Haber vivido situaciones en la que hubiéramos muerto, y que al parecer, aun no era el tiempo?, ¿Enfrentar la soledad?, ¿Vivir inmersos en deudas que parecen no tener fin?, ¿Compartir proyectos en la que suponemos que el otro aporta menos?, ¿Suspender una y otra vez las vacaciones hasta que la situación mejore? ¿Esperar, esperar y esperar..?
Padecimientos variados que parecieran no tener fin y que tememos nos acompañen “de por vida”.
La aceptación nos conduce a reinos insospechados. Cuando jugamos el juego que nos toca jugar con dignidad y valentía, en realidad estamos desarrollando la competencia emocional que madurará nuestra persona y abrirá la puerta al sentido de la vida.
Cuando superamos situaciones, como el deseo de venganza, la frustración, el sentimiento de injusticia, la envidia y otras muchas miserias personales, convirtiéndolas en desapegada templanza y amplitud de conciencia, estamos dejando una puerta abierta a nuestra alma, sintiendo que renacemos, más templados, más conscientes y compasivos, más centrados en lo que verdaderamente importa.
A veces nos duele el corazón, sin embargo, sentimos que de algo nos sirve, y que además, todo pasa.