¿Es posible la alegría sin causa?, Si, estoy totalmente convencido.

Me refiero a esa alegría que se expresa como un estado de conciencia que no depende de ninguna condición externa y ajena. Esa sensación de vida, burbujeante, que parece brotar desde el alma, sin que dependa de promesas vacías.

Esa energía que se expresa en plenitud, con el latir de cada célula de nuestro cuerpo.

Tal vez estemos más acostumbrados a transitar esos otros estados de excitación que denominamos también alegría, aquellos que dependen de factores externos y que lejos de afirmarse como estables, navegan en una marea emocional, afectados por el vaivén de los opuestos, la euforia y la tristeza.

La alegría sin causa no tiene opuestos, ya que cuando surge, nos indica que hemos identificado el propósito de nuestra vida.

¿Conoce usted el propósito de su vida?

Si no se ha hecho antes esta pregunta, ¿acaso no es tiempo de hacérsela?

El conocer el propósito de nuestra vida no es un hecho trivial. El sabernos inmersos en él, nos produce tal nivel de alegría, que nos posibilita mantenernos por encima de penas y pérdidas, esas mismas que sacuden a nuestro corazón en el camino de la vida.

En ocasiones, nuestro propósito de vida, consiste en alegrarnos sirviendo al alivio de los demás seres humanos y en sentirnos útiles al desarrollo y bienestar de las personas.

¿Algunas vez se pusieron a pensar como se habrá sentido Alexander Fleming cuando descubrió la penicilina?

Tal vez intuimos que aquello que hemos encontrado de valioso merece ser compartido y devuelto a todo ser que lo requiera. Despertando aquellos valores que nos transforma en seres más sensibles a la compasión y ayuda a los demás. Afinando el sentido para captar los ecos de otras almas, que deambulan por la vida, con necesidad de ser escuchadas.

Escuchar ese llamado a servir a otros seres vivos, en el alivio de sus dolores, haciendo más llevaderas sus propias cargas, a veces escondidas y silenciosas.

¿Acaso, en algún momento de nuestra vida, no hemos conocido a esas personas muy especiales?

Personas que, como servidores del mundo,  desprenden de su mirada una energía muy especial, esa energía que posibilita servir de una y mil formas, ayudando a progresar a todos aquellos que pasan, no casualmente por sus vidas.

La alegría sin causa es esa llama que un día se encendió de una manera íntima y sutil, perdurando aún, ante cualquier frustración o desengaño y que como objetivo tiene encender otras llamas en cada alma que necesita, ser escuchada.

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