Tal vez la mayoría de nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos dicho: “La vida es injusta… Mis compañeros de trabajo son insoportables… Fui víctima del abuso de mi jefe… Mis padres no me entienden”. Expresiones que de algún manera, culpan a otros de nuestras propias adversidades, atándonos de pies y manos para poder hacer algo al respecto.
Cuando pensamos que los demás “no se comportan como quisiéramos” no estamos avanzando para nada en la solución a los problemas.
Es importante recordar que “si no nos gusta lo que recibimos, conviene que prestemos atención a lo que emitimos”. Ya Albert Einstein definía la locura como: “hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener un resultado distinto”.
La forma en que vemos el mundo se va conformando desde temprana edad en nuestra mente y como bien sabemos, dicha realidad va cambiando de acuerdo a los estados de ánimo desde los cuales la percibimos. Las situaciones de dolor, de desanimo, de frustración, solo nos resultan útiles cuando están acompañadas de acciones y cambios de actitud, ya que no podemos cambiar el mundo, pero si la relación que tenemos con él. Esto ultimo es posible de lograr modificando la interpretación y la visión que tenemos de la realidad que nos rodea.
Podemos engañar a nuestra mente, haciéndole creer aquello en lo que prestamos atención. Si enfocamos nuestra atención en las ventajas de lo ocurrido, por más doloroso que nos haya resultado, las ventajas aparecerán en nuestra mente como si lo único importante fuera ello. No se trata de engañarnos con un falso optimismo que no se acerca en nada a la “realidad”. Lo que llamamos realidad se va construyendo en nuestra mente, con nuestras conversaciones y nuestros pensamientos y resulta más flexible y subjetivo de lo que creemos.
Los hechos y acontecimientos son neutros. Que baje la cotización del petróleo, que llueva intensamente, que sea lunes o viernes, no tienen en si mismos ninguna efecto benéfico o maléfico. Es nuestra interpretación de los mismos que los convierten en lo que creemos que son.
Si prestamos atención a como interpretamos las distintas situaciones en nuestra vida y aprendemos a enfocarnos en las ventajas que pueden traer consigo, a veces ocultas, no solo viviremos nuevas experiencias de esta nueva forma de observar el mundo, sino que también nos sorprenderá descubrir como el mundo “de verdad cambia”
A veces pensamos que “cambiar el mundo” es una frase utópica, sin saber que la mejor manera que tenemos para cambiar el mundo, es tener buenos pensamientos de las personas y situaciones que nos rodean. Es decir, pensarlas capaces de aprender y transformarse.
Muchas veces hemos escuchado decir que los sueños se transforman en realidad. Y así como en los sueños, si cambiamos los pensamientos, también cambia el escenario ya que el mundo depende de cada uno de nosotros, de lo que queramos interpretar de las múltiples posibilidades de nuestra mirada.
Tal vez solo se trate de considerar “el arte de vivir” como “el arte de enfocar e interpretar”. ¿no les parece?