En muchas situaciones, al momento de tomar decisiones, decimos: “escucha a tu corazón”.
¿Qué estamos queriendo decir realmente?
Tal vez la primer pregunta que podemos hacernos es: ¿qué es el corazón? ¿un órgano muscular que bombea sangre a todo el cuerpo? ¿o acaso el centro del sentimiento, a veces, opuesto a la cabeza?
Considero que el corazón es mucho más que eso.
A veces se ocupa de la motivación, en otras de conseguir resultados insospechados, pero lo que sin ningún lugar a dudas siempre ha hecho, es diferenciarnos de las máquinas y hacer que nos sintamos realmente vivos.
En el siglo XVI Blaise Pascal decía: “El corazón tiene sus razones que la razón desconoce”
Si bien la mente diseña con suma meticulosidad cuales son nuestros objetivos y metas, sabemos bien dentro nuestro, que será nuestro propio corazón quién dará el gran salto, para mover y hacer que las cosas sucedan. Generando la fuerza del impulso y desencadenando la magia que reside, muy dentro de nuestra alma.
Es interesante observar que ante decisiones tomadas con el corazón, poco “racionales”, nos digan: “ten un poco de cordura” como una manera que reaccionemos, que seamos más sensatos.
Sin saber que la palabra cordura proviene del latín “cor/cordis/corazón”
En realidad el hecho de “actuar con corazón” es dar muestras de cordura.
De una cordura trascendental, que nos permita recordar quiénes somos y de aquello que merece realmente la pena ser tenido en cuenta.
El corazón no es el responsable de nuestra emociones, ni tampoco de los sentimientos, que a veces, atormentan el alma. Tampoco es la pasión y está mucho más allá de las palabras.
El corazón, para algunos es un misterio. No responde a las ofensas y se abre en plenitud cuando renace el niño interior que aguarda, pacientemente, el despertar consciente que por el reclama.
El camino de la vida, nos invita a transitarlo paso a paso, recorriendo parajes emocionales en los que a veces, el desaliento, la falta de entusiasmo, la desmotivación lentifican la marcha. Y allí es dónde el corazón, si estamos atentos a las señales, nos va indicando la dirección y dando esa energía, casi mágica, que nos va llevando, indefectiblemente a la realización del alma.
Si tu corazón se encuentra recubierto por una coraza, cerrado por dolorosas experiencias pasadas, respira profundo, confía y decídete a disolver todo aquello que lo limita y lo traba.
Tal vez es tiempo de confiar en tus recursos y simplemente abrir el corazón de la mente y no sentirás que pierdes la razón, al contrario, percibirás que se han abierto nuevas opciones, allí donde la vida te lo demanda.